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Mostrando las entradas de marzo, 2019

Sin bolsa, por favor

La arena estaba de bote en bote, la gente loca de la emoción, en el ring luchaban los cuatro rudos… Pásele, páseleee, aquí solo bueno, bonito y barato… Bara, bara, baraaa… Por preguntar no se cobra, estoy pa’ servirle…. Solo lo mejor pa’ usté’, güerita… Si lo encuentra más barato le devuelvo su dinero… ¡Buenos díaaas, Chuyita! También bien… Sí, va’ ser lo de siempre, pero deme un kilo más de aguacate pa’ la semana, qu’estos son rejijos… No me diga, ¿La doña Mary sigue con esos problemas?... Ay, dios… No, no, primero dios resuelva sus... Sí, sí, ya ve… Bueno, Chuyita, la dejo porque dejé prendidos los frijoles y éstos no me le apagan… Métele la wilson, métele la nelson, la quebradora y el tirabuzón, quítate el candado, pícale los ojos… La lista que me dio mi mamá decía:       1 MANOJO D CILANTRO             2 KG JITOMATE              2 KG PAPA                       2 FILETITOS        TOSTADAS DE CON CHEVA        ABONO DE LA TANDA MARISOL El Santo, el Cavernario, Blue demon

Las vacaciones “Pineda”

Si bien las vacaciones son justas y necesarias para todas las familias, cada una tiene diferentes formas de disfrutarlas y les asigna diferentes épocas para gozarlas de la mejor manera. Aun así, la gente también suele tener la “magnífica” idea de juntarse para regocijarse en conjunto por la temporada. Ya usted sabe, un ambiente diferente para que los primitos jueguen, las tías se diviertan y chismorreen, los tíos se toman sus cervecitas mientras ignoran y se hacen guajes sobre los problemas que puedan surgir. Los problemas principales de tener una familia grande como la mía es que los planes surgen de la nada, somos espontáneos y nos gusta improvisar y, sobre todo, nos gusta estar juntos, y hasta podría decir que, amontonados, ya que donde comen 5 comen 15.  Mi familia es una familia de tradiciones, y una de ellas es el ser polleros de profesión, mi mami Lupe nos lo implemento, lo que conlleva a la siguiente tradición: en semana santa la familia Pineda se larga de vacaciones, si

Al ritmo de la fiesta

Tantaratán tantaratán. Tambores y pies al unísono sólo podían anunciar una cosa: los demonios habían invadido el pueblo. Después del respectivo novenario que caracteriza a una sociedad religiosa, el lugar se había vestido de fiesta. Las calles se llenaban de banderitas de colores que ondeaban con el viento y hombres y mujeres lucían sus mejores prendas. En ellos podíamos ver pantalones vaqueros y camisas de vestir. En ellas, una variabilidad de ropas que iban de lo versátil de un pantalón a la búsqueda de la feminidad que la mayoría confundía con vulgaridad. Pero lo que más me asombraba eran estas otras criaturas que aparecían durante tres peculiares días. Criaturas admiradas por el pueblo y a las que mi madre llamaba  tastuanes . -¿Tastuanes?- me pregunté. Para mí eran demonios de doble cara que año con año sólo lograban asustarme ¡y no de en balde! Aunque sus máscaras podían por sí solas representar la más sublime imagen de arte, era más mi asombro cuando alguien la portaba

Peregrinación a La Villa

Desde que murió mi madre, prometí seguir visitando a la virgencita cada año como dictaba la costumbre en mi casa, cosa que los demás no hicieron, y creo que hicieron bien. El veinticinco de agosto era un día en el que se tenía prohibido hacer planes, incluso si de ir a la escuela o al trabajo se trataba. Siempre me veía obligado a gastar uno de mis días de vacaciones en nuestra peregrinación anual a la Villa. Según contaba mi mamá, el embarazo de mi hermana menor fue de alto riesgo, y gracias a que se encomendó a la Virgen de Guadalupe fue que nació con bien. Mi hermana tan inquieta que era desde la panza, se enredó con el cordón umbilical y todos los doctores la daban por muerta, pero “el milagro de la virgencita” es lo que la tiene en vida el día de hoy. Vivita y coleando, nació el 25 de Agosto de 1990. Esa es la razón de que el día de hoy me encuentre esperando el pesero en la esquina del mercado constitución, mientras respiro un agradable aroma a pescado combinado con vísceras

La volteada

Desde que tengo uso de razón, creo que los yahualicenses entre más religiosos, más entrometidos en la vida de los demás somos. Es como si nuestra capacidad religiosa nos diera el talento de causarle el mayor número de problemas posibles al otro. Nos santiguamos en la fachada de un templo, pero pasando a su interior ya estamos criticando el atuendo de sutanita, la vida del hijo de fulanita, las creencias de fulanito… En fin, le damos pan a quien no tiene hambre, le quitamos al que no tiene ni para comer. Es como si tuviéramos un sexto sentido que nos permite observar en la vida de los demás, y de esta manera conocer sus defectos, su persona totalmente carente de atributos positivos. Que, si fulanito no consume drogas, no anda de promiscuo, es buen hijo, pero es homosexual, ¡Ave María Purísima! Que, si la hija de sutanita ya salió embarazada, ¡con el ejemplo de la madre tenemos para saber el por qué! Que, si a sutanito lo robaron, ¡qué bueno, se lo merecía por presumido! Y es qu

Pachanga en la glorieta

Cualquier excusa es buena para hacer pachanga, fiesta, verbena o (cualquier otro adjetivo que se le venga a la cabeza) en la Minerva, cabe aclarar que siempre están los colados: que si porque ganó chivas y vas aunque ni siquiera te gusta el fútbol, que si porque ganó AMLO, pero tú votaste por Margarita Zavala, que si porque ganó Alfonso Cuarón el  Óscar , pero a ti ni siquiera te gustó  ROMA . Hasta para las personas más excluidas de la sociedad, es decir los frikis y los otakus, se las da por ir a la minerva, pero como son anormales, se juntan para ver el capítulo de  Dragon Ball Super  y hasta allí debió de haber arrimados, gente que no quiere ser parte de los raros y rechazados, pero que ve anime todo el día.  No aceptan su naturaleza. Bueno, pues he de admitir que yo fui una de esas, soy y lo seré y hasta puedo asegurar que al menos una vez en su vida, han sido uno de esos, que se dejan sucumbir ante la masa, o qué, ¿son demasiado intelectuales para admitirlo?, ¿únicos y diferen

De la escuelita al pueblo

En una esquina del lago de Chapala donde no hay centavos, cuya ubicación precisa ha de ignorar sin pierde para el cuento, estimable lector, hay un pequeñísimo poblado llamado Maltaraña. El atractivo del pueblo es una finca porfiriana que se está cayendo de abandonada, cuyo jefe de familia, Joaquín Cuesta Gallardo, era no menos que hermano del gobernador de Jalisco Manuel Cuesta Gallardo, ahijado de Porfirio Díaz. Para su servicio fue traído un gran “puño” de manos trabajadoras de las cercanías de Michoacán y Jamay. Cuando la hacienda comenzaba su esplendor llegó la Revolución con una mano estirada, un fusil en la otra y el conseguir centavos del hacendado y el balacearlo (todo parece indicar que por Pancho Villa en persona) fue como la misma cosa. Después se fue la Revolución, dejando en el aislamiento a buen cúmulo de gentes que se adueñaron de las tierras y posesiones de los hacendados como mejor les diera su Dios a entender, porque ni los curas más fervientes se paraban en ese

Del ayer al hoy

Cuando uno es joven y regala una mirada al pasado es normal encontrarse con una representación azucarada de las experiencias de antaño, tal es mi caso, que al posar mis ojos en el pasado me veo mimada de mis padres, consentida de mis hermanos y gozosa de mi entorno, admirada de los parques, las plazas, las avenidas con hermosos camellones plegados de jacarandas que con su hermosa tonalidad purpurea engalanan la ciudad y dan un roce de lo sublime a mis memorias. Me agrada recordarme niña, inocente y libre, donde la meta del día era salir a jugar a la calle con mis vecinas y amigas tras haber pretendido hacer los deberes escolares, correr por las banquetas aventándonos globos con agua en las tardes calurosas, o pasear en bicicleta solo para presumir un rato de su posesión. Y es que al rememorar esos tiempos tan dichosos para uno, ¿cómo no creer que la vida realmente no es tan mala? Yo supongo, querido lector, que si tu infancia fue parecida a la mía, realmente comprendes esa alegr

Las aventuras de los viajeros fragmentarios

Sepa usted estimado lector, que lo que he visto y oído, y que aquí les platicaré, no podré firmar ante notario, porque no es que me conste, ni puedo yo jurar ante la Biblia la veracidad de mis relatos, pero tampoco, a sí mismo, existe otra razón para no creerlo. Así pues, dejo ante usted, la decisión de creerlos o no, ya que lo que yo considero importante es la enseñanza y la moraleja que podemos extraer de ellos. Resulta que, por ahora, no por ser yo falto de talento para dedicarme a otra aprovechante y mejor redituada profesión, ya que me dedico, (por lo pronto) a conducir un vehículo para llevar a las personas a sus destinos. Se les conoce como Ubers. Los usuarios solicitan el servicio desde sus teléfonos y esperan a que llegue yo por ellos y los conduzca a sus destinos. Sepa usted que la razón, tampoco es, conseguir ideas frescas para mis relatos, como aquellos mitos que se decían de algunos escritores que acudían a las notas del periódico para inspirarse. Lo hago por pura nec

Semana Santa en Las Glorias

Aclamados y esperados con ansias son los días santos en Guasave, Sinaloa en donde sus habitantes y los que nacimos allá acudimos en su mayoría, a Las Glorias: la playa más cercana a dicha ciudad. ¿Por qué son tan gustados estos días por los guasavenses? La respuesta es simple: no hace frío ni calor, es el clima perfecto para ir a la playa y disfrutar de la brisa del mar sin padecer casi cincuenta grados centígrados, como suele suceder el resto del año. La preparación para ir de camino a la playa, o como se dice allá: ‘‘al mar’’, es muy divertida. Familias completas comienzan desde temprano a preparar sus respectivos refrigerios puesto que comer en un restaurante a la orilla de la playa puede resultar muy caro o en su defecto, estos se encuentran bastante concurridos y hay largas filas para poder comer mariscos, la especialidad de estos lugares. Camionetas que en sus cajuelas llevan hieleras repletas de Tecate Light y sentados sobre ellas, pequeños niños que van muy entretenidos c

La cultura del tianguis en Tonalá

Todos los jueves y domingos voy al tianguis de Tonalá a trabajar. Es un poco pesado porque tengo que   tomar mi Mercedes Benz en periférico y llegar antes de las ocho de la mañana, si no Don paco reparte mi   lugar, y no quiero ser como los que llamó ambulantes, que andan detrás de él para que les dé un buen lugar donde vender. Las cosas de mi puesto están guardadas en la bodega, me cobran cincuenta pesos al mes, pero no incluyen los servicios de “el Perros”, eso hay que pagarlo aparte. Pero no hay problema, porque el señor en cuanto me ve, me da prioridad a traer mis cosas de la bodega, me cae bien. Qué bueno que Maty es mi amiga y está a mi lado, siempre me saca de los apuros. Me ayuda cuando hay que poner el puesto, porque una sola persona no puede levantar todos los tubos al mismo tiempo, para eso hay que tener mucha práctica. Cuando se atoran, hay que agarrar un tubo más pequeño para pegarle y que se desatore, pero hay que tener mucho cuidado. Una vez me pegue en la frente y