“¿Sabías que para los chinos es una ofensa que les dejes propina?”, dice el más marro de los marros, ca’on, ¿cuándo chingados fuiste a China? Pregúntale a un mesero chino cuánto gana, hijo, por a y vamos empezando. No seas piojo, hermanito, a un mesero no se le olvida la cara de un piojo, ni esas ni la de los clientes chidos; los que dejan dos tres pueden comer desapercibidos. Yo no estoy insinuando nada, pero sí ten cuidado con los lugares a los que piensas volver, ni sabes todo lo que uno ve dentro de las cocinas. Yo nomás te digo, imagínate estar en un cuarto de tres por tres con una plancha, una parrilla, seis quemadores, dos freidoras, congelador y la bola de cabrones a cuelgue y cuelgue comandas. A la gente de ay dentro se le mete el diablo. Haz de creer que es cura, pero yo creo que son –somos- el mismo pinche diablo, a mí se me llegó a meter el diablo, es que sí es el pinche infierno, luego te invito, allí como para mayo… Y es que cada cocina es un flujo cultural, co
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