Las vacaciones “Pineda”



Si bien las vacaciones son justas y necesarias para todas las familias, cada una tiene diferentes formas de disfrutarlas y les asigna diferentes épocas para gozarlas de la mejor manera. Aun así, la gente también suele tener la “magnífica” idea de juntarse para regocijarse en conjunto por la temporada. Ya usted sabe, un ambiente diferente para que los primitos jueguen, las tías se diviertan y chismorreen, los tíos se toman sus cervecitas mientras ignoran y se hacen guajes sobre los problemas que puedan surgir.
Los problemas principales de tener una familia grande como la mía es que los planes surgen de la nada, somos espontáneos y nos gusta improvisar y, sobre todo, nos gusta estar juntos, y hasta podría decir que, amontonados, ya que donde comen 5 comen 15. 
Mi familia es una familia de tradiciones, y una de ellas es el ser polleros de profesión, mi mami Lupe nos lo implemento, lo que conlleva a la siguiente tradición: en semana santa la familia Pineda se larga de vacaciones, sin importarles que los niños tengan exámenes, pruebas, tareas o exposiciones, lo importante es que los padres no trabajan en el pollo y los hijos nos chingamos. ¿puede creer tal irresponsabilidad de los progenitores?
Aunque las vacaciones son motivo de diversión en general, a mí me dan un poco igual, es decir, yo no disfruto estar rodeada del calor humano de mi familia compartiendo la habitación con diez gentes más.
Los problemas surgen cuando la prima argüendera saca la publicación en el “face” donde dice “escapada a la playa de san juan de lima, familia vénganse pa disfrutar de los pocos días libres que nos da diosito” seguido de los comentarios de la familia que secunda su idea, en mi caso se que todo se fue al garete cuando mi dulce madre le comenta “claro mija, ahí me aparta unos lugarcitos para que los acompañemos”  es entonces cuando ya me voy preparando para el argüende.
Este año, la reunión se dio entre la familia de mi tío Reyes y la mía. Pero la familia de mi tío conlleva llevar integrantes de al menos seis familias más, para no entrar en detalles en total asistimos diez y siete personas (contando a los colados que no eran de la familia) y nos hospedamos en un bungalow para diez, con dos habitaciones, una litera, tres camas matrimoniales y una individual. Un baño con puerta dentro de la casa y otro al aire libre, una alberca y una gran cochera. A primera vista no suena tan mal, pero la cosa cambia cuando solo uno de los baños funciona. Imagínese usted el estado en el que se encontraba la casa con más de quince personas entrando y saliendo y sin ningún animo de hacer el aseo del lugar.
Como podrá inferir, las vacaciones entre tantas personas serán turbulentas desde el inicio hasta que terminen. Para empezar, se tiene que hacer el acomodo de las personas entre los vehículos que se usaran para transportarse, más que nada para que la mayoría vaya cómodo, a parte de que los viajes en carretera de por si son peligrosos, el ir en caravana nos da un sentimiento de seguridad y hasta de “cotorreo”, pero como podrá suponer mi querido lector es que mi familia se pasa por el arco del triunfo la seguridad y los acuerdos de comunidad. Por lo tanto, la familia Pineda emprendió el viaje cada uno desde un punto diferente y a distintas horas de la tarde. En el caso de mi madre y mío, emprendimos nuestra travesía con un grupo de tres adultos, (mi madre, mi colada y yo) y un infante de cuatro añitos.
En general, este tipo de viajes son tranquilos cuando uno tiene el deleite de hacerlo con puros adultos, pero ¿Quién no ha disfrutado el viaje con la maravillosa compañía de un infante plañidero?  La mayoría de las veces los infantes nos hacen gozar con sus coros de gemidos y llantos, y en nuestro viaje eso no fue le excepción. El trayecto fue enriquecido con los gritos de mi sobrina durante la primera mitad del viaje. Por fortuna. Los viajes también implican un arrullo para los peques, así que la segunda mitad pudimos disfrutar de la tranquilidad… hasta que la niña preciosa se pipió sobre su servidora.
Cuando finalmente logramos llegar a la humilde morada que mi prima rentó, nos sorprendimos ante tan rustico lugar. Pero la aceptación llegó a nosotros ante el mar de posibilidades que se nos presentó: gritos, juegos, conversaciones intimas entre chicas hasta altas horas de la noche, sesiones de belleza y otro tanto de cosas para hacer.
Obviamente todo esto que le estoy contando no sucedió y a continuación le explico lo que pasa en las vacaciones Pineda:
Los familiares llegan, asignamos cuartos, hacemos de cenar, los niños juegan gritan patean y pelean. Las chicas inflamos los colchones, repartimos cobijas, vaciamos la despensa con lo que compramos para los días de vacaciones. Las mamás y abuelas cocinan, pican, rayan y preparan los ingredientes para hacer unos taquitos mientras los pocos hombres se dedican a lavar la parrilla y conectar el gas para la lumbre. Finalmente, todos se van a dormir sin hacer ninguna de las cosas que el lugar proponía.
Pero al día siguiente nada se tranquiliza, la carrera sigue para poder aprovechar el día al máximo,  las madres no salen de la cocina, los primos y sobrinos hacemos fila para el baño, los trajes de baño vuelan, el bloqueador abunda, después se forma la fila de niñas para que las peinen, el desayuno mejor se sirve en desechables para no tener que lavar y comemos chilaquiles, nos vamos a la alberca comemos churritos, nos vamos a la playa comemos camarones, nadamos, construimos castillos de arena, nos exfoliamos con la arena, cuidamos a los chiquillos para que no se ahoguen o se maten entre ellos, comemos mangos y helados. Pasan accidentes, los niños se caen, se raspan, pelean entre ellos. Se crea la típica guerra de agua, aparece el primo que avienta a todos a la alberca, se arma la fiesta, se juega con la pelota, los colados terminan emparentados con la familia,  y cuando menos lo esperas… armas la maleta, guardas la ropa mojada, tus cremas, el salvavidas, los juguetes y emprendes tu viaje de regreso, todos van dormidos en la parte de atrás logrando hacer lo que se propone en las vacaciones: descansar. Mientras tanto el conductor y el copiloto se chingan por que tienen que ir despiertos en la carretera.

- Casandra Carolina Pineda Vidrio

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